A diferencia de la Ford, sus empresas proveedoras no cuentan con políticas de apoyo, de la misma intensidad, por parte del Consell
Que es un alivio que, tras intensas reuniones a contrarreloj entre el sindicato mayoritario y la dirección de Ford Europa, se haya alcanzado un acuerdo para intentar garantizar la supervivencia de la factoría de Almussafes, no lo ponemos en duda.
Que este avance da un respiro momentáneo a las 6.000 personas en plantilla de la planta valenciana, nos satisface.
Que ha sido un factor de distorsión que nos mantiene en vilo porque de esa negociación depende el futuro de cientos de empresas de la industria auxiliar de la automoción en la Comunidad Valenciana dependientes de Ford, no lo negamos.
Que la planta de Almussafes genera, junto al parque industrial asociado, una facturación cercana a los 12.200 millones de euros, más del 18% del PIB valenciano y el 25% de las exportaciones, así como más de 30.000 empleos directos e indirectos, nos enorgullece.
Y que el Consell para respaldar esta fábrica haya destinado 100 millones de euros en ayudas en los últimos diez años, que se suman a las ayudas de la Generalitat para la electrificación de automóviles, nos hace valorar el esfuerzo.
Pero que, asimismo, es el momento de mimar y apostar por la industria auxiliar, mucha de la cual pertenece al metal, nos urge.
Estas empresas proveedoras que también luchan por adaptarse a la nueva situación y trabajan incasablemente por ser más competitivas y flexibles, no pueden jugarse su futuro a una sola carta. Porque, a diferencia de la Ford, no cuentan con políticas de apoyo, de la misma intensidad, por parte del Consell justo en un momento en el que la situación económica es igual de difícil para todas.
Nadie quiere volver a pasar por el camino tan amargo que han supuesto estos dos últimos años de pandemia. Ese comportamiento permanente de ayuda de la Generalitat Valenciana durante tanto tiempo a todos los procesos innovadores de Ford para mantener la empresa en Almussafes, es perfectamente compatible con el desarrollo de planes que apoyen a todo el sector auxiliar de automoción, que a su vez genera actividad a infinidad de Pymes valencianas.
Y un ejemplo es la generación de hojas de ruta que favorezcan su integración como empresas proveedoras en procesos productivos de sectores de futuro como el de la salud, movilidad, químico-agroalimentario y energía. Una actuación que desde FEMEVAL ya emprendimos con el Plan de Diversificación Sector Metal, en colaboración con la Conselleria de Economía Sostenible dentro delPlan Estratégico de la Industria Valenciana 2020.
Pero no es suficiente. La Administración valenciana debería reconsiderar todas las aportaciones que le trasladamos las organizaciones empresariales y tenerlas en consideración en los presupuestos destinados a políticas industriales. Este es el momento en que la Generalitat debe hacer un sobreesfuerzo para poder mantener el tejido metalmecánico en particular, y el industrial general.
Sobre la mesa quedan nuestras propuestas para que, a través de un difícil y acelerado ejercicio de transformación, se ayude a las empresas de la industria auxiliar de la automoción, y al conjunto del metal por extensión, a redefinir sus modelos de negocio, a buscar nuevas maneras de producir y diversificar sus productos, servicios y mercados, a recomponer sus cadenas de suministro para que sean más resilientes, y a desarrollar capacidades digitales. Solo así, conseguiremos tener el sector industrial que nuestra sociedad necesita.
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